Es un negocio familiar de toda la vida. Yo lo conocí cuando lo llevaba el padre de quien ahora lo lleva, así que al menos dos generaciones ya lleva.
Además de las patatas bravas hay variedad de tapas y bocadillos. Por nombrar alguna de las primeras citaría las albóndigas, la ensaladilla rusa y la empanada gallega (otro clásico del local). Los bocatas se orientan hacia las tortillas y el embutido, y no hay (ni se echan en falta: cada sitio tiene su carácter) ni mariscos ni calamares ni nada por el estilo. Será porque son de tierra adentro (de Requena??) y se van a lo más enjundioso. El bocata de longanizas con pisto es una buena elección.
Lo más raro que tienen es el horario. Cierran los domingos seguro y a veces uno va y se lo encuentra cerrado inesperadamente. Quizás han sabido conciliar la sacrificada vida del bar con la vida familiar y por eso llevan tantos años.
Para una noche de desprograme, o para disfrutar de estas bravas diferentes, el bar Cesáreo es una buena recomendación.