domingo, 5 de abril de 2009

El Mercadao de Sao Paulo

No es que haya cambiado el objeto de estas notas, sigo dedicándome al buen yantar, pero es que los mercadas esconden a veces algón que una buena fuente de suministros para la cocina. Grandes almuerzos, sencillos y contundentes, se sirven todos los días en los mercados de España de y de muchos países. Confundidos entre los demás puestos del mercado, o bien como cafeterías facilmente reconocibles, abundan los lugares para dar servicio a trabajadores del mercado y visitantes.

Bueno, pero el objeto de estas páginas es hablar basicamente del presente. Y uno de los muchos presentes que hay está en el Mercado Municipal de Sao Paulo, en Brasil. Popularmente conocido como el Mercadao, es un edificio de principios del siglo XX, monumental y muy interesante de ver por si mismo, pero más aún por la vida que esconde dentro: puestos llenos de colorido, con una asmombrosa variedad de frutas (para mi desconocidas), puesto llenos de especias aromáticas, unas tiendas de salazones con unos cortes de bacalao que abrían el apetito solo de imaginarlo ya preparado con su tomatito y su pimiento... Alguna de las fotos que acompañan creo que dan una idea de lo que digo.


Y una de las celebridades del Mercadao son ls sanwiches de mortadela. Sencillo, como corresponde a las cosas servidas en los mercados, pero contundente, como se aprecia en la imagen. Sabroso, la mortadela pasa por ser de las mejores del mundo, calentito con el queso fundido por encima y acompañado de una buena cerveza helada, ayuda a pasar el calor de la capital paulista. Junto a ese sanwich hay también una empanada de bacalao, distinta a la empanada gallega en preparacación, pero sin nada que envidiarle en cuanto a calidad y sabor.


Me vienen a la memoria dos de estos lugares maravillosos en los mercados, hoy desaparecidos ambos por mor del progreso. El primero era un puesto callejero en el mercado, tambien callejero, que se ponía un día a la semana alrededor del mercadito de Mosen Sorell, en el centro histórico de Valencia. El puesto se ponia en la Calle Alta, y muchos días almorcé allí con mi abuelo: comprabamos el bocadillo en el puesto, la señora nos ponia una generosa porción de ajoaceite con las longanizas, o la tortilla de patatas, y despues nos ibamos al Bar Carchofa a tomarnoslo con una cervecita y unas olivas. Ya no hay Bar Carchofa, ni señora, ni puesto callejero, ni abu. C'est la vie, y más bien hay que dar gracias por haber vivido ese tiempo feliz.

El otro estaba en el mercado de Colón, hay convertido en una especie de centro comercial y de ocio. Los cambios en la zona hicieron que el mercado languideciera durante años, hasta cerrarse. De los ultimos puestos que tenían movimiento (y mucho) estaba el de los bocadillos. Mucha gente de las oficinas de los alrededores almorzaba allí, a base del mismo sencillo repertorio de estos sitios: embutidos, tortillas, lomo, conservas, pimientos fritos, pisto, ajoaceite, ... Unas cuantas veces almorcé allí, y ahora siento que no fueran más.

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